30 de Diciembre de 2025
El Gobierno del presidente Gustavo Petro decretó un aumento histórico del salario mínimo para 2026, fijándolo en $2.000.000 incluyendo auxilio de transporte, con un incremento cercano al 23,8 %, el más alto en décadas. La decisión fue presentada como una apuesta por mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores y reducir la pobreza laboral, y se apoya en argumentos como la inflación acumulada, el costo de vida y estándares de la OIT, pero también marca un punto de quiebre frente a los consensos tradicionales de concertación salarial.
El incremento del salario mínimo desató una fuerte tormenta política y se convirtió en eje central del debate electoral rumbo a 2026, con reacciones de precandidatos presidenciales, congresistas y partidos. Mientras sectores del Pacto Histórico y figuras como Iván Cepeda o Clara López defienden la medida como justicia social, voces de oposición advierten que se trata de una decisión política con fines electorales, incluso comparándola con modelos económicos de corte populista y proyectándola como un tema clave de campaña.
Gremios como la ANDI, Fenalco, Acopi, Andesco y el Consejo Gremial expresaron una fuerte preocupación por los efectos del aumento, alertando sobre riesgos para el empleo formal, la sostenibilidad de las pymes y el crecimiento de la informalidad. Los empresarios sostienen que el ajuste podría elevar costos operativos, precios de bienes y servicios atados al salario mínimo y generar presiones inflacionarias, además de abrir la puerta a demandas jurídicas contra el decreto.
Economistas, académicos y exministros como Mauricio Cárdenas, Juan Pablo Herrera y analistas de universidades y centros de pensamiento coinciden en que el aumento tendrá efectos mixtos en la economía, beneficiando a quienes reciben el mínimo, pero generando tensiones sobre inflación, informalidad, tasas de interés y competitividad. Desde la academia se advierte que el impacto real dependerá del comportamiento de precios, del empleo y de la capacidad del Estado para contener efectos secundarios en sectores sensibles.
El aumento del salario mínimo no solo impacta a los trabajadores que lo devengan, sino también a múltiples rubros vinculados a este indicador, como copagos en salud, tarifas de servicios públicos, transporte, administración de conjuntos, multas y salarios del sector público, incluido el debate sobre los ingresos de congresistas. Esta ampliación del efecto del salario mínimo alimenta la preocupación sobre el costo de vida en 2026 y la capacidad de los hogares para absorber nuevos incrementos.
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